El agua observada como un bien transable.
Disponibilidad del recurso, derechos de uso y valor comercial; lo que debemos enfrentar como tasadores.
Aspectos económicos más allá que la de un elemento esencial para la vida.
Economía y ecología tienen una estrecha relación; ambos vocablos provienen del latín; para el caso de Economía significa Administración de la Casa y Ecología significa conocimiento de la casa. Esto nos conduce a un punto de encuentro, donde para hablar del valor económico del agua, primero debemos entender la estructura y función del agua en la naturaleza, para luego aplicarle la razón de ser de la economía: la escasez. Las carencias ambientales de la teoría económica, basada en “la abundancia de recursos”, generó un problema de enfoque de los bienes y servicios ambientales conocido como “fallas de mercado”.
Entre los bienes ambientales se encuentra el agua, ya que es un recurso tangible utilizado por el ser humano como insumo en la producción o en el consumo final, y que se gasta y transforma en el proceso, por lo que a su vez, es un bien económico. En la economía clásica, un análisis del valor de las cosas pone como ejemplos extremos al agua y los diamantes. Por un lado, para el agua todos reconocen su tremenda utilidad (valor de uso) y su poco valor de mercado (valor de cambio, poca utilidad marginal); por el otro, para los diamantes todos reconocen su poca utilidad y su alto valor de mercado (alta utilidad marginal).
En consecuencia, es la sociedad la responsable de la forma en que valora el agua, conforme la abundancia o escasez. Actualmente, el valor económico del agua responde a las leyes del mercado, es decir: sí aumenta la demanda del líquido, y la oferta es constante, el grado de escasez es mayor y el valor tiende a incrementarse.
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Por ejemplo, hace 10 años no se hubiera pensado que en la actualidad el agua para consumo humano se vendiera “embotellada” y a un precio similar que otras bebidas presentes en los supermercados. Debido a la degradación ambiental y al crecimiento poblacional, en las últimas décadas se ha evidenciado que los recursos naturales son finitos, dando inicio el desarrollo de la economía ambiental (para luego convertirse en economía ecológica), que trata de corregir este problema conceptual y asignar valores con base en el sistema de precios a los bienes y servicios ambientales.
Si se desarrolla un análisis de las causas que ocasionan que el agua no se valore apropiadamente se encuentra lo siguiente: En primer lugar, el agua se percibe como un recurso abundante y gratuito.
Aunque el planeta está formado por ¾ partes de agua, solo el 2.6% es dulce y la restante es agua salada; del agua dulce, la mayoría está congelada en los polos y almacenada en acuíferos subterráneos. La fracción disponible para consumo humano es escasamente un 0.014% del total. La segunda causa es que se desvaloriza la relación Bosque-Agua. Las zonas de recarga hídrica “productoras de agua” favorecen la regulación del ciclo hidrológico entre invierno y verano. La tercera causa, es que no considera el “tratamiento” del agua después de haber sido utilizada y vertida nuevamente a la naturaleza. Existe una discusión actualmente entre la importancia del valor del agua y el costo del agua. El valor del agua no necesariamente es el costo del agua. Tenemos valores culturales, 2 morales y religiosos, a los que no les podemos pones precio. El caso del agua es similar.
Aunque en algunos casos se puede determinar un costo o precio en base a diferentes tipos de análisis económicos, el proceso es más difícil que en otros bienes. El agua es un bien en movimiento, del cuál hay una cantidad finita, pero que al no ser estático es muy difícil de cuantificar, lo que no pasa con la tierra o con un bosque. Lo que normalmente se ve como el precio o valor del agua, son los costos de inversión de las obras de captación, así como los costos de operación y mantenimiento para extraer, transportar, purificar o limpiar el agua. En época reciente se habla de los servicios ambientales, donde se pretende que se reconozcan los costos de protección de los bosques por parte de los beneficiarios o usuarios del agua.
Fuente: Felipe Toledo, Director de ASATCH. Adaptación al proceso de tasaciones basado en publicaciones de CIDOB año 1999 e Introducción a la Economía Ambiental. McGraw Hill/Interamericana año 2007
¿Cómo debemos valorar el agua entonces?
En algunos aspectos, el agua potable que obtenemos simplemente al abrir la llave, es producto de una elaboración a realizada mediante un proceso de captación, limpieza, almacenaje, desinfección y distribución; ante lo cual podríamos establecer los costos de producción y administración del servicio, lo cual en gran medida se trataría de bienes tangibles, por lo tanto factibles de dimensionar. Sin embargo el gran tema de discusión actualmente en Chile e incluso en el mundo, se refiere al "derecho de apropiarse" de un elemento que nos aporta la naturaleza, no obstante, los tasadores, independiente de nuestra postura personal, debemos analizar y evaluar monetariamente este apreciado intangible que otorga el acceso a disponer el uso de un bien tangible.
Teodosio Cayo, académico de diversas instituciones educativas, nos presenta algunas exposiciones acerca de las metodologías para definir el valor comercial del agua los cuales puedes descargarlos a continuación.